Después de que los cubanos conmemoraran 59 años de que se diera inicio a la revolución, en la Habana vieja la vida continua como si se hubiera detenido en el tiempo.
Sus calles son llenas de turistas, en medio de los que verdaderamente habitan esta zona, ir a Cuba es enfrentarse a varias divergencias frente a lo que significa un estado socialista, la pobreza, a la apertura de la isla, el turismo como forma de vida de sus habitantes y las telecomunicaciones, persistiendo la premisa de un “socialismo sostenible”, que sobrevive a pesar del bloqueo impuesto por Estados Unidos.
El colorido de los edificios derruidos por el tiempo y el atractivo del tabaco y el ron, son una excusa perfecta para visitarla, tomarse un mojito, ir donde bebía el escritor Ernest Hemingway y conocer de la historia de unos héroes que a través de “medidas revolucionarias los liberaron y le entregaron el país de nuevo a su pueblo”.